Schmidt III


Pasados 2 años casi justos de la recuperación «milagrosa», en los que rutinariamente todos los días mi amigo se paseaba por la vereda del Lago LLanquihue, ocurre lo que se esperaba con temor.

Estaba de paseo en Puerto Montt, cuando abruptamente  siente una rara humedad en la camisa y el pantalón, ve con angustia un «surtidor» en la prominencia del ombligo, no, no era orina como había sospechado tener una sorpresiva incontinencia.

Angustiado consulta en emergencia donde lo atiende, a su solicitud, el cirujano más prominente de la zona, tal como le había indicado yo frente a una emergencia de esta naturaleza.

Demás está decir que en su caso  era una situación gravísima que con facilidad, por sus bajas defensas, llevaría a una fatal peritonitis y el sólo hecho de anestesiar e intervenir podría ser fatal en sus condiciones.

El cirujano muy criteriosamente, le hizo una curación compresiva y le dijo que él no lo intervendría por la gravedad de la situación porque era difícil que superara la anestesia (planteándole una cirugía reglada). En ese entonces no existían las UCI ni centros de manejo especial y estos pacientes tarde o temprano sucumbían a las infecciones o descompensaciones metabólicas frente al «stress» del tratamiento.

Por lo tanto llegó a nuestro Hospital buscándome para saber mi opinión. Encuentro increíble que frente a este desahucio, lo ví tranquilo y confiado, como que yo era quien nuevamente lo iba a mejorar, con la fé llamada «del carbonero» (ciega en mí).

Estaba empapado en ese líquido ambarino pegajoso de la ascitis. Sin embargo su actitud y el verlo con el abdomen menos abultado me decidió….

Lo llevé a pabellón y con anestesia local y el aguante de quien me demostraba esa fé, con la técnica simple, aspiré todo el líquido del abdomen (con la infusión endovenosa correspondiente para evitar el colapso); el hecho de ablandarse el abdomen, permitió un cierre hermético y reparar la hernia correspondiente quedando «como Adán», sin ombligo.

Indudablemente que alguien «de arriba» intervino, además de la confianza del paciente, milagrosamente no reprodujo el líquido abdominal, no hubo infección (cubierto con los escasos antibióticos de la época), se recuperó rápidamente y volvió a sus paseos propagandísticos después de un reposo adecuado…, creo que se paseaba de ida y vuelta…..

Ahora lucía una figura esbelta, sin la inclinación hacia atrás del «pseudo-embarazo», hasta mi regreso del Sur (estuve 4 años en Osorno) mantenía este aspecto vital y  saludable.

Amigo Schmidt …, donde estás ahora… es difícil intentar la humildad cuando te recuerdo, sé que muchos creerán en la autocomplacencia, pero no es posible no mencionarte cuando rememoro los hechos que hicieron huella profunda en mí.

Nota: Las fotos no son mías, fueron extraídas de la Web, basta poner «Frutillar» en la búsqueda y aparecen unas increibles imágenes, tan bellas, pero no logran ser fieles a la maravilla del lugar y de su gente…

Oscar Santis