Mi primera visita a domicilio

 

Cuando llego a Frutillar en Septiembre del año 1968, recién graduado a mi primer destino profesional, me recibe una postal increible en la bajada al Lago.

 Ante esta visión fantástica nadie puede quedar indiferente, al fondo el Volcán Osorno, parece dibujado por un niño.

Nunca imaginé en ese momento lo que llegaría a significar en mi vida esa  imagen. Sólo fueron dos años pero que nunca olvidaré, me marcaron para siempre….

No bien llegado, me informaron los colegas que se trataba de un Pueblo muy «cerrado» y que allí no harìa buenas armas econòmicas, pues como eran casi todos de origen alemán, no confiaban en los médicos como nosotros y que todos se iban a atender a Puerto Varas donde habían médicos de su mismo origen. Me la informaron como prepotente y que despreciaban a los «del Norte».

Poco después me impuse de los motivos de esa apreciación y comprendí sus razones sin compartirlas pues no todos éramos así.  En algún capítulo más adelante iré aclarando esta idea que tiene más de una explicación.

Hacía pocos días que había llegado, cuando sorpresivamente recibo una solicitud de una atención en domicilio hacia un lugar llamado «Punta larga». Recordé las recomendaciones recibidas y escucho por el magneto (teléfono de aquella época) una voz imperativa con claro acento «Europeo»: Mi «señoga» está con fuegtes dologes en estómago. «Quiero sabeg si puede venig a vegla». Típico Chileno, le digo: «al tiro», en ese momento estaba terminando de atender una urgencia y no tenía idea dónde quedaba Punta Larga.   No tenía vehículo propio, así que llamé un taxi, el que vino con la demora correspondiente desde Frutillar Alto.

Entre mi término de labores, llamada al taxi, llegada del mismo, deben haber pasado fácilmente treinta minutos. De allí hasta el domicilio en el Campo otros treinta tratando de ubicarme sin haber entendido claramente las indicaciones y por supuesto pronunciando mal el apellido de quién me llamó.

Al fin llego al domicilio, donde la dueña de casa, de mediana edad, estaba postrada en el segundo piso, con fuertes dolores abdominales . Me recibe con gesto adusto, al parecer quien me solicitó la visita, con  monosílabos me indicó que subiera.

No tuve duda que se trataba de un cólico biliar (dolor producido por cálculos en la vesícula del hígado), después de un  breve exámen confirmatorio, procedí a inyectar endovenosamente en forma lenta una «Baralgina» la que milagrosamente hizo ceder la dolencia antes de terminar el procedimiento.

Orgullosamente, con la «Pechuga de Pato de Silabario» me levanté y con voz «sobrada» digo: «yastá» , sin dolor.

El dueño de casa, después de una breve explicación, me conduce, sin cambiar de gesto hasta la puerta y me espeta:  «DOGTOG, USTED ES UN MENTIGOSO».  Sin dar crédito a lo escuchado digo: Que??? y me vuelvo indignado. Al ver mi reacción, no cambia su gesto y continúa: «Usted es muy joven, es posible que no comprenda, me dijo que venía «al tigo» y demogó en venig más de una hoga». Continuó sin parar: «si usted me dice que va a demogag, me da la opogtunidad de llevag a mi señoga a Poto Vagas y yo le hubiega aggadecido igual»,  «ella estuvo innecesagiamente con dolog más de una hoga, pego gracias a Dios usted le quitó su dolog gápidamente. Estoy muy aggadecido pego no diga más  «al tigo»».  Sin esperar mi reacción me dice: «»Cuanto le debo?»«.

Debo haber estado «hirviendo», pero algo me dijo que mantuviera la calma y pensara…. Hago un suspiro profundo y respondo: Lo que usted crea que vale mi trabajo y conteniendo la ira «se me sale»: «gracias por la lección».

Me sentí absurdo y ridículo, me dí vuelta sin esperar pago y tomé el taxi de vuelta.

Al otro día me llaman del Banco Osorno y la Unión (en aquella época): Había un vale vista a mi nombre, con un valor elevado más allá de lo esperado, con una nota en que me agradecía en castellano mi actuación y que sabía que yo iba  a ser reconocido en Frutillar si seguía su consejo.

Esa fué una experiencia que marcó definitivamente mi actuar, y a partir  de ese día empecé a comprender a quienes llegaron a ser mis amigos.

Como ésta situación irán apareciendo diversas experiencias que me ayudaron en mi trabajo, gracias a saber escuchar antes de reaccionar instintivamente.